DISCURSO ANTE LEGISLADORES Y
DIRIGENTES POLÍTICOS DEL PARTIDO PERONISTA
18 DE JUNIO DE 1946
“NI SECTARISMO CERRADO, NI LIBERALISMO
INORGÁNICO”
General Juan Domingo Perón
“En la acción política, no basta tener una
orientación que fije una conducta general, sino que es menester organizar una
acción que saque de esa conducta general el mayor provecho posible., lo que
evidentemente no sucede en nuestras fuerzas por falta de una organización más o
menos racional y completa. Es casualmente a ese aspecto al que me quiero
referir hoy en forma especial, para que así comencemos todos nosotros, que
somos en realidad de verdad los responsables si esa fuerza, por inorganicidad,
más o menos prolongada, llegase a un grado de destrucción en que no pudiéramos
parar los acontecimientos, con lo que hubiéramos destruido también es te
maravilloso instrumento que las circunstancias han puesto en nuestras manos y
bajo nuestra responsabilidad.
Hasta ahora nos hemos desempeñado, por el
apremio de las circunstancias, en un ambiente inorgánico y eso tiene múltiples
inconvenientes que nosotros deberemos salvar si queremos presentar una lucha en
las mejores condiciones en el campo político. De ello surge que es necesario,
indispensable e imprescindible organizar nuestras fuerzas. ¿O no? Eso es lo que
hay que determinar y ponerse a trabajar enseguida para realizarlo.
Es así que yo quiero traer en esta
conversación una contribución personal a este problema para que, considerado
por todos nosotros, podamos comenzar algo constructivo a ese respecto. En
primer lugar, señores, quiero distraer la atención de ustedes para hacer una
ligera consideración y observación del estado orgánico de las fuerzas políticas
argentinas.
Señores: según mi concepto, en nuestro país
todavía no han existido partidos políticos orgánicos. Nuestra vida política se
desenvuelto en un medio de inorganicidad permanente, y esto es una verdad que
ustedes conocen tan bien como yo. Podrá haber habido en los movimientos
políticos argentinos algunos sectores orgánicos, pero eso no indica que el
conjunto de las fuerzas políticas haya estado bien organizado. En primer
término, un rápido análisis de cómo han funcionado los partidos políticos
argentinos –y, al decir funcionado, quiero decir cómo han nacido, cómo se han
organizado, como se han desenvuelto y cómo han terminado- podemos hacerlo
dentro del panorama general, sin particularizarnos con cada uno de los
partidos.
Todos los partidos políticos argentinos tienen
un nacimiento circunstancial; parten de una revolución o de un movimiento no
permanente. Que después, con el tiempo, hayan conseguido más o menos
organizarse dentro de las formas generalmente inorgánicas en que han actuado
todos los partidos es otra cosa; pero ninguno ha nacido como un movimiento real
y efectivo, con todas las bases que un movimiento político debe realizar. Yo
pienso que quizá dentro de los partidos argentinos hay una diversidad tal de
factores que han actuado en su organización, que van desde el sectarismo cerrado, comunista o
socialista, hasta el liberalismo inorgánico de un Partido Radical. Uno
materializado por una doctrina sectaria y el otro diremos, creado en forma
permanente de disolución por un espiritualismo un poco teórico; y unidos y
aglutinados sentimentalmente el uno y el otro, aferrados a formas rígidas
disciplinarias que cierran la acción de los hombres para limitarla al dominio
de un círculo estrecho de pocos dirigentes.
Ninguno de esos dos extremos es, en mi concepto,
el tipo orgánico que nosotros debemos buscar. La historia demuestra que en
estos partidos el resultado ha sido perfectamente claro dentro de la acción
política. El uno se ha limitado por sectarismo, se ha encerrado por ese
sectarismo que lo ha llevado a una limitación que representa primero la detención y después el
retroceso. El otro ha ido directamente a la disociación por falta de
aglutinación material en el desarrollo de la acción política.
Por eso el fin de estos partidos que hemos
visto funcionar en nuestro medio ha sido bien claro. Unos están terminando
porque no pueden seguir progresando debido a sus sectarismos cerrados Y otros,
por su organización divergente, se disocian formando distintas tendencias y
llegando finalmente a plasmar en tantas banderas y colores que no alcanzan las
banderas y los colores conocidos para distinguir a las distintas fracciones en
que se divide su permanente trabajo de disociación.
Estas son realidades que nosotros debemos
tomar como ejemplo, porque los partidos políticos argentinos de este tipo, como
también del tipo nuestro, pueden seguir el mismo camino si su organización es
divergente.
Es necesario organizar al partido en forma
convergente, porque en caso contrario se destruye a sí mismo. Carecería de la
necesaria cohesión de fuerzas.
Nosotros tenemos que llegar a esa organización
porque de otra forma organizaríamos un partido destinado a disociarse y morir
por atomización de la masa, que el fenómeno que han venido sufriendo la casi
totalidad de los partidos argentinos.
En esta cuestión juega un factor de
extraordinaria influencia, nacido en todas las organizaciones de la Revolución
Francesa, cual es el exceso de soberanía o el exceso de fraccionamiento de la
soberanía. Hablamos nosotros, en nuestra organización de una convención
nacional que es soberana; de una provincial que es soberana y de convenciones
locales que también son soberanas.
En una organización donde existe un
escalonamiento de tantas soberanías es fácil que vayan unas contra otras
trayendo la disociación permanente. La soberanía ha de ser general sobre el
organismo, pero no puede ser parcial.
Si nosotros creamos sistemas de este tipo
tendremos que asegurar la soberanía en cada uno de los organismos a crearse.
Puede haber una soberanía general y si quieren también parciales, pero
subordinadas todas a las decisiones de la general.
Si no procedemos de esta manera existirá un
pecado original que tarde o temprano pagaremos con la disociación y disolución
de nuestras fuerzas.
Aparte de este factor, existen otros agentes
permanentes de disociación de los partidos surgidos de la Revolución francesa.
El hombre es otro factor que juega en la organización al lado del organismo y
éste nunca podrá ser mejor que los hombres que lo componen.
Las pasiones, la picardía y las ambiciones de
los hombres y algunas veces también sus intereses, hacen fracasar a los
organismos cuando avanzan en sentido equivocado.
Así como los organismos crean esas distintas
soberanías, que están unas en detrimento de otras, los hombres crean círculos
políticos dentro del partido. Esos círculos políticos también son elementos
permanentes de disociación, y quizás sean los peores porque suelen estar
animados por pasiones e intereses que
los organismos no tienen.
Esos círculos políticos que actúan en la forma
que acabo de referir hacen que porco a poco la descomposición, que en un
principio se reducía a la célula elemental, se extendía produciendo el
resquebrajamiento del organismo y reduciéndolo a pequeñas partes en permanente
lucha dentro de la misma tendencia.
A estas cosas nos acostumbraba la antigua
política, porque siempre se actuaba dentro de círculos cerrados donde la masa
no contaba gran cosa. Había dos o tres fracciones que se disputaban la
hegemonía dentro del partido, se lanzaban a la lucha, se imponía una de ellas,
y los desplazados hacían el sabotaje permanente con todos los perjuicios
consiguientes. El círculo que imponía sus hombres iba a las elecciones mientras
los demás eran sólo espectadores.
Nosotros hemos combatido esas prácticas
adoctrinando desde el comienzo a la masa que interviene en el actor electoral
haciendo que piense y discierna de por sí, porque el nuestro es un movimiento
de masa y no de círculos políticos.
Hoy vemos que se repite el fenómeno de los
círculos políticos dentro de nuestro partido, pero la masa ya no los acompaña y
a menudo sale de los círculos políticos para seguir su propia voluntad.
Afortunadamente, eso es salvador de nuestro movimiento.
Algunos creen que es indisciplina pero, en
cambio es la autodefensa de las masas que actúan así para con caer en manos de
los círculos políticos.
Por eso hemos dicho tantas veces que queremos
que todos sean artífices del destino común y no instrumento de la ambición de
nadie.
El día que organicemos nuestro movimiento no
será posible la formación de círculos políticos, con lo que el movimiento habrá
ganado mucho en el desenvolvimiento de su técnica interna para la dilucidación
de sus problemas.
Juan Domingo Perón
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