martes, 26 de marzo de 2024

Hace 53 años Perón le escribía esta carta al Doctor Manuel de Anchorena.

 



Carta al Dr. Manuel de Anchorena 26 de marzo de 1971 


Escrito por Juan Domingo Perón. 


Madrid, Viernes 26 de marzo de 1971.


Al Dr. Manuel de A nchorena Villanueva


Mi querido amigo:


He recibido su amable carta del 16 pasado y le agradezco la gentileza que, al enviarme el ombú, ha tenido conmigo. Bien como Usted dice que un ombú no puede faltar en la casa de un criollo, aunque esté a 15.000 kilómetros de distancia de su tierra. En la Quinta 17 de Octubre, el ombucito será un timbre de orgullo para todos nosotros. Ha llegado muy bien y ya está instalado en mi escritorio, sobre la ventana, donde recibe luz abundante y a la mañana sol. Como me aconseja estará así al reparo, con un "mantillo" especial que preparan los gallegos con abono natural. Espero que no extrañe su tierra como yo.


Muchas gracias por los recortes que he leído con el mayor interés, por los que veo su generosa acción por colocarme con San Martín y Rosas, indudablemente uña magnífica compañía y por su actitud política prudente e inteligente en los momentos que nos tocan vivir, cuando parece que "todo está podrido en Dinamarca".


No alcanzo a comprender las actitudes del tontito de Levingston que, al final, han dado con él en tierra, como todo lo hacía prever: es que en lugar tan zarandeado como la Casa Rosada, no se puede permanecer desaprensivamente y sostenido por un "colchón de aire" como esos nuevos vehículos inventados por los ingleses. Ese es un potro que, con dinamismo y todo, es difícil aguantarle sus circovos. Pero es indudable que el espectáculo que se ha ofrecido al mundo civilizado es el de una republiqueta sin prestigio ni dignidad que a usanza del Congo o de Nigeria ha convertido al Gobierno en una "merienda de negros". A veces da vergüenza tener que decir que uno es ar-gentino.


La situación que queda, aunque mucho más ventajosa para nosotros, no deja de arrojar un triste saldo para la Patria y para el Pueblo Argentino, porque no creo que aún sea el final de la dictadura sino el comienzo de una nueva situación preñada de peligros y acechanzas, especialmente por la calidad de los hombres que comienzan a actuar. Por eso creo también que debemos andar con "pie de plomo" en la conducción táctica que se inicia en esta nueva situación política, que comienza bajo auspicios tan insidiosos.


Pienso que hay que dejar que los militares se las entiendan con lo que queda, seguros que "más aceite puede dar un ladri lio" desde que los plazos y las posibilidades, no dan para más. Yo sé que los que se sienten responsables están deseperados y que lo estarán más en el futuro. Por eso también creo que no debemos bajar la guardia y "seguir dando" hasta que lleguen al paroxismo de su desesperanza. Habrá llegado entonces el momento de imponer condiciones porque, pretender negociar con ellos, es tiempo perdido. La experiencia que tenemos no indica otro camino, ti Pueblo argentino lo ha entendido así y la apatía y desprecio demostrado por él con motivo del golpe de estado actual, es un indicio revelador de lo que está pasando. Ahora, la Junta que antes actuaba con un personero deberá dar la cara y veremos si a la intemperie y sólos encuentran algo para darle al león para que no se los coma.


Muchas gracias por todo. Le ruego que, junto con mi saludo más afectuoso, quiera aceptar mis mejores deseos..


Un gran abrazo.


Firmado: Juan Perón.

martes, 28 de marzo de 2023

Se cumple el bicentenario de la Batalla de El Puesto

 



La Batalla de El Puesto (provincia de La Rioja, 28 de marzo de 1823) fue un combate entre las fuerzas del caudillo Juan Facundo Quiroga y las fuerzas del general Miguel Gregorio Dávila; ambos se llamaban comandantes de armas de la provincia de La Rioja. También estaba presente el general Nicolás Dávila, hermano del anterior y gobernador de la provincia de La Rioja, que terminaría perdiendo la batalla y el gobierno provincial.


La familia Dávila, también llamada Brizuela y Doria, había controlado la política de la provincia de La Rioja durante más de un siglo. La Revolución de Mayo no alteró esta situación, aunque los otros grupos dominantes, los Ortiz de Ocampo y los Villafañe, lograron apoderarse episódicamente del gobierno provincial. Durante los primeros meses posteriores a la crisis de 1820, el gobernador fue el general Ocampo, cuyo gobierno no contentó a nadie, y terminó por ser derrocado por una alianza formada por Juan Facundo Quiroga y los Dávila.


El jefe de la familia, Nicolás Dávila, fue electo gobernador con un amplio apoyo, pero a lo largo de su gobierno comenzó a desplazar a los grupos que lo habían apoyado. Trasladó el gobierno a Famatina y quitó la comandancia de armas a Quiroga, dándosela a su hermano Miguel Gregorio Dávila, a quien ascendió al grado de general. Cuando el gobernador ordenó a la legislatura trasladarse a Famatina, ésta pidió ayuda a Quiroga, que marchó con poco más de cien hombres en su ayuda.

martes, 14 de febrero de 2023

Hace 49 años Perón le hablaba a la juventud: "A esa masa se la debe servir con un proceso permanente, no a golpes ni con bombas."

 



Palabras del Presidente de la Nación,

Teniente General Juan Domingo Perón, pronunciadas

durante la segunda reunión

con los dirigentes de la Juventud Peronista,

llevada a cabo en la residencia

Presidencial de Olivos.

14-2-74


-Como se nos acaba el tiempo, prefiero hacer algunas reflexiones a los compañeros. 

Todas las revoluciones sin excepción, pasan siempre, como lo he repetido muchas veces, por cuatro etapas. La primera es, indudablemente, el adoctrinamiento y la preparación ideológica de esa revolución. La segunda etapa es la toma del poder; porque esto se realiza siempre desde el poder.

La revolución que quiera ser profunda y trascendente, cualquiera sean las formas en que se la realice, tiene que ser preparada antes de la toma del poder, para realizarla desde el poder.

La tercera etapa, que denominaremos dogmática, es la reafirmación ideológica y el proceso doctrinario de realización.

La cuarta y última etapa de la revolución es su consolidación a través de una organización que dé permanencia y sustancia permanente a esa revolución, que no necesita ser permanente,como en la teoría trotskista. Ningún pueblo vive en revolución permanente.

Las revoluciones son etapas de transformación, pero ello no puede ser lo permanente.


EJEMPLOS HISTORICOS


Esto lo podemos ver en los ejemplos de la historia. En la Revolución Francesa, la etapa doctrinaria son los enciclopedistas y sus trabajos; la toma del poder, es el 14 de julio. La etapa dogmática es el imperio, y la institucional es la primera república.

Si lo quieren ver, en el otro bando, el comunista, pueden observar que el adoctrinamiento son Lenín, Marx, Engels y todos los que trabajaron en la preparación de esa revolución en el año 17, que es la toma del poder.

La etapa dogmática, es Stalin; la etapa institucional, es Kruschev y las nuevas organizaciones que ahora ya han establecido el sistema. En consecuencia, en esa evolución pendular que es siempre lo social y lo político llegaron a la extrema izquierda y ahora vuelven al otro extremo para constituir un capitalismo de Estado.

Es decir que este es un proceso natural dentro de las formas normales de la revolución. Algunos creen que la revolución es tomar el poder y ponerse a hacer "macanas".

No. Existe un proceso que fija una etapa histórica, en cualquier país que se decida a hacer esa revolución, y no tiene por qué ser cruenta; puede ser totalmente incruenta, siempre que remueva profundamente la comunidad que se desea transformar.


EL PRIMER INTENTO


Nosotros ya hemos estado durante muchos años luchando. Hicimos un primer intento; tomamos el poder que es lo que nos posibilitó el adoctrinamiento del pueblo argentino, ya que dio lugar a que pudiéramos fijar una ideología.

Pero como la historia está hecha de acciones y reacciones,vino una reacción que nos desplazó. Tuvimos que luchar nuevamente para la toma del poder, para consolidar la segunda etapa revolucionaria.

Lo hemos conseguido de la forma en que debe conseguirse para que sea permanente y ejecutable. Es decir, mediante la decisión del pueblo, que es la única que necesita el hombre que hace la revolución para realizarla incruentamente. Sin destruir, sino comenzando a construir en la etapa dogmática que es la que estamos viviendo. Pero en esa etapa es necesario imponer el dogma; por eso se llama dogmática, dejando para después lo normal y permanente, que es la institucionalización, que debe venir como consecuencia de ella. A nosotros nos está pasando lo que ocurre en todas las revoluciones: se ha venido luchando con una consigna, la consigna justicialista, que implica todo lo que nosotros venimos haciendo desde hace treinta años.


EL DESVIACIONISMO


Hemos tomado el poder; las masas son conscientes de lo que se está realizando. Pero qué ocurre: los dirigentes comienzan a tener dentro y fuera del dogma sus propias preferencias y luchan por ellas en vez de hacerlo por la ideología y la doctrina que dio razón de ser al movimiento revolucionario.

Esto no es nuevo. No se olviden de la revolución cultural china. Es en base de un proceso como este lo que nos está pasando a nosotros. El desviacionismo que se produjo en los primeros diez años en la etapa dogmática, después de llegar al poder, llevó a 'la revolución cultural y a la limpieza que se hizo en China para tomar el camino que los condujera a la verdadera revolución que ellos ansiaban. Lo mismo ocurrió con la revolución francesa, que tuvo una etapa que duró cinco años. Ellos lo arreglaron con la guillotina.

Es también una manera de arreglarlo; pero las revoluciones pasan todas por estas etapas de intento de divisionismo, que obedecen más a los intereses personales de algunos dirigentes que a una verdadera desviación doctrinaria o ideológica.

Por eso la masa normalmente está en lo inicial y son los dirigentes los que trabajan en la deformación. El peligro está, precisamente, en que esa masa sea engañada, porque eso no puede ser aceptado en una revolución.


LA JUVENTUD ES EL FUTURO


Eso mismo nos está pasando a nosotros; no es nuevo ni debemos afligirnos por eso. Debemos aclarar esta situación para que la decantación natural nos vaya llevando a la consolidación de un hecho real en la organización de la juventud.


Lo más importante en toda revolución es precisamente la juventud. ¿Por qué? Porque es el futuro, y las revoluciones no se hacen para ahora, sino para el futuro. Nosotros seremos quizá los que trabajemos arduamente por conseguirla; pero los que van a gozar, disfrutar o sufrir son los que nos sigan a nosotros y a ustedes.

Ese proceso de transformación implica también un trasvasamíento generacional; es decir, para que las doctrinas no sufran y las ideologías no se frustren, es indispensable un proceso generacional, ordenado y armónico, que es lo que se pretende dar a la juventud con una capacitación. Porque de otra forma, ¿para qué habríamos hecho nosotros un esfuerzo de treinta años, si luego viniera una juventud incapacitada y destruyera todo lo que hemos hecho? ¿Qué interés podríamos tener nosotros en seguir trabajando, o en seguir sacrificando mucha gente y mucho tiempo a la realización de una tarea que ha de frustrarse en el futuro?

Es tan importante hacer la revolución como asegurarle el futuro a través de una generación nueva, que siga los mismos lineamientos, porque si no, se va zigzagueando en el aire hasta frustrarse. Es lo que en parte ha estado sucediendo en estos dieciocho años pasados, en que todos los gobiernos se han frustrado. Quizá todos llegaron con buenas intenciones, pero, "el camino que conduce al infierno se dice que está empedrado de buenas intenciones". No es suficiente la buena intención, sino que es necesario que sea acompañada por un permanente trabajo organizado.


REVOLUCION CULTURAL


Yo los he escuchado a ustedes y veo que tienen la más profunda razón. Estamos ahora en plena revolución cultural en lo que se refiere a la juventud y estamos aventando la mala semilla. Eso ha de ser previo a cualquier organización futura, es decir, sacar lo que no sea de nuestro Movimiento y organizarlo con los que pertenezcan a él. Porque no todos los que se ponen la camiseta peronista, son peronistas, ni todos los que gritan 'Viva Perón' son justicialistas, es decir, que piensan y sienten como piensa y siente el Movimiento.


Nuestra revolución tiene su razón de ser en una masa, y hay que interpretar, obedecer y servir a esa masa. Si eso no se realiza, no es Justicialismo. A esa masa se la debe servir con un proceso permanente, no a golpes ni con bombas.

Eso no resuelve nada. Es la inteligencia, la comprensión, el trabajo consciente de todos los días lo que va conformando el ideal que sustentamos y que queremos lanzar hacia el futuro.

Si ponemos bombas, estamos destruyendo inútilmente. ¿Si nos matamos en la calle, qué vamos a solucionar?

Las revoluciones de masas deben ser tranquilas, en paz, construyendo y no destruyendo; es decir, amalgamando esas masas en un sentido y sentimiento que sea real y efectivo para asegurar el futuro, que es lo que nosotros queremos hacer ahora desde el gobierno. Tenemos el consenso público.

¿Cómo van a poder perturbarnos los que fuera del Movimiento están tratando de pelear y matar gente, o los que dentro de él están procurando también servir a esos en sus objetivos totalmente inconfesables? Esos hechos o esas excrecencias suceden en todas partes y en todas las revoluciones.

No creamos que es una cosa exclusivamente nuestra. Los hombres son así.

Entonces, lo que debemos hacer es organizarnos los que pensamos de una misma manera, los que tenemos los mismos objetivos, los que queremos servir a una comunidad organizada, los que queremos construir para el país y para el pueblo un futuro mejor. Si nos ponemos todos de acuerdo, verán ustedes como en poco tiempo la organización de la rama juvenil será un hecho.


ORGANIZAR NO ES JUNTAR GENTE


Nosotros tenemos un Consejo Superior del Movimiento Peronista. Es hacia allí donde hay que concurrir para organizarse. De allí sale -diríamos así- lo que habrá que hacer para ir realizando una depuración, construir, además, una organización.

Pero una, que podrá estar dividida en cincuenta partes; porque si practica siempre la misma ideología y doctrina, estarán siempre unidas .

Ya he dicho varias veces que organizar no es juntar gente, como algunos creen. Organizar es aunar sentimientos.

De manera que antes de juntar a la gente hay que convencerse que sienten y piensan de la misma manera. De lo contrario, en cuanto se junten, saldrán a los síllazos. En cambio. si están más o menos en claro de que todos piensan y sienten de una misma manera, cuanto más discutan, probablemente más se aglutinen y cohesionen. Eso es lo que pienso que hay que hacer.

Existe un Consejo Superior del Movimiento Peronista en el que se cohesionan las ramas que forman nuestro gran movimiento: la política, la sindical y la juvenil. Las dos primeras ramas están ya organizadas, sobre todo para las funciones que deben realizar. Y si no, acuérdense de las elecciones.

El partido político no tiene otra finalidad que las elecciones. Pero están también organizadas las otras fuerzas que no son solamente políticas. Cuando hablamos de una comunidad organizada, nos referimos a todas las organizaciones que gravitan en esa comunidad, ya sea con acción política, con acción social, con acción económica, con acción cultural, etcétera.

Eso es lo que nuestro Movimiento quiere. Cuando yo he hablado de una comunidad organizada, Es a ese tipo de comunidad que me he referido: que cuando haya que hacer un trabajo en común, las fuerzas que han de realizado estén organizadas, porque entonces representan la idea y el sentir general de esa masa que la compone.

Yo les agradezco muchísimo todas las iniciativas que ustedes han expresado, pero creo que, como decía uno de los compañeros, hay que empezar a organizarse sobre la raíz que da vida y vitalidad permanente a las organizaciones que que es el Consejo Superior del Movimiento Peronista. Quien no esté contactado, por lo menos con él, es inútil que diga que es peronista. De manera que vamos a comenzar ya un trabajo más eficaz, comenzando a establecer los contactos indispensables con el Consejo Superior Peronista, que en muy poco tiempo ha de quedar totalmente constituido.


LA REPRESENTACION AUTENTICA


En consecuencia, a ese Consejo hay que concurrir con todas las inquietudes. Todas las organizaciones que sean realmente peronistas, deben dirigirse allí , porque es el Consejo quien va a decir como organizarse y va a ayudar a realizar esa tarea, porque en esto también se necesita una ayuda material.

Todo ello se está preparando y dentro de poco tiempo ha de estar en funcionamiento. El congreso del Movimiento ahora está en un cuarto intermedio estudiando y buscando la mejor gente para constituirse. Mientras tanto, a través de las distintas ramas que integran el movimiento, irán materializando la posibilidad de nombrar sus fehacientes representantes.

Recién entonces la organización comenzará a ser realmente necesaria, cuando los que estén constituyendo el Consejo sean los reales representantes de los que forman el Movimiento, tanto en 'lo político como en lo social y en la juventud.

Por eso, a pesar de que seguiremos estas reuniones los días jueves. espero que las próximas sean ya para ir, más o menos, informando sobre como se rea1izará esa organización hacia el Conseio Superior. Esta entidad tomará las medidas para conectar todas las fuerzas peronistas que, con sus dirigentes, vayan concurriendo a ese Consejo Superior, contactándose en forma orgánica. que es lo que necesitamos. Estamos todavía inorgánicamente constituidos por pequeños grupos y por muchos que son dos veces "grupos": grupo por su formación y "grupo" por su pensamiento.

Todo esto lo tenemos que ir realizando sobre la marcha. El Consejo Superior ya tiene las instrucciones necesarias para ir conectando a todos los compañeros que concurran, ya sean del interior de la República como de la Capital Federal o del gran Buenos Aires. Es decir después de saber quién es quién empezamos a juntarnos y organizarnos para poder sumar voluntades de una misma especie.

En este sentido yo les pido que comiencen ahora ese trabajo. Todas las agrupaciones peronistas, cualquiera sea su signo, deben conectarse oficialmente al Consejo Superior Peronista y este tendrá la responsabilidad de decirles si o no, porque las dos cosas podrá decir.

Desgraciadamente, mi oficio no me da mucho tiempo y me tiene siempre a los saltos.

Quiero agradecerles que hayan venido hasta aquí. Si ustedes desean pueden quedarse en este local para conversar entre ustedes en la forma que deseen. Siempre es bueno cambiar opiniones y charlar un poco sobre estas cosas; eso suele ser muy conveniente. Para eso, queda esto a disposición de ustedes, mientras yo me voy a otra tarea que me está esperando.


jueves, 28 de octubre de 2021

Se cumplen 55 años de esta carta de Perón a César Céliz Díaz: "repudio también a los que consciente o inconscientemente, sirven a intereses bastardos del antiperonismo."

 Carta al Sr. César O. Céliz Díaz 28 de octubre de 1966



Escrito por Juan Domingo Perón. 


CONFIDENCIAL Madrid, 28 de octubre de 1966.


A los compañeros de la


COMISION PRO RETORNO DEL GENERAL PERON".


Sr. César O. Céliz Díaz


Buenos Aires


Mis queridos compañeros:


Por mano y amabilidad del compañero Mayor Don Pablo Vicente he recibido vuestro informe y carta que deseo agradecer como también vuestro saludo que retribuyo con mi mayor afecto.


Considero que el afán de Ustedes, afirmado en un sentimiento idealista y de lealtad peronista, supera las pequeñas patrañas de los simuladores de in honor que no merecen. Por esa razón, no deben Ustedes preocuparse por la existencia de algunos "peronistas" que, por diversas causas, no se interesan en la noble empresa en que Ustedes están empeñados.


Los resultados alcanzados hasta ahora y puestos elocuentemente de manifiesto en el Congreso de Montevideo son una demostración fehaciente de que tales "ejemplares" de peronismo son, afortunadamente, la excepción. La masa peronista, donde realmente reside siempre la verdad y la razón, siente y piensa de una sola manera y los que la servimos leal y sinceramente no podemos equivocarnos porque los apetitos subalternos y las ambiciones pequeñas difícilmente germinan en ella. Los dirigentes que sean capaces de delinquir en violación de estos sentimientos, aunque lo simulen, no son peronistas. Un día u otro, esa misma masa los descubrirá y los repudiará, como un acto de autodefensa.


Creo que, conociéndome, ninguno de buena fe puede dudar de mis deseos de regresar a la Patria y de mis sentimientos de solidaridad peronista, que me impulsan a ello. Los infiltrados de diverso tipo, que sirviendo otros intereses que no son ni los argentinos ni los peronistas, afirman lo contrario, no pueden ser tenidos en cuenta sino para despreciarlos como traidores a la misión que dicen servir. Por eso, al encomiar la decisión de Ustedes, repudio también a los que consciente o inconscientemente, sirven a intereses bastardos del antiperonismo.


Les ruego que hagan llegar mis saludos más afectuosos a todos los compañeros de la "COMISION ARGENTINA PRO RETORNO DEL GENERAL PERON".


Un gran abrazo.


Firmado: Juan Perón.


lunes, 20 de abril de 2020

Se cumplen 136 años de la Carta Encíclica del Papa León XIII "Humanum Genus"




Carta Encíclica del Papa León XIII Humanum Genus 20 de abril de 1884
Sobre la masonería y otras sectas
 Carta Encíclica del Papa León XIII
 20 de abril de 1884




 El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.

 El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehusan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial[1].



Índice General



Introducción
 I. Amonestaciones de los Romanos Pontífices
 II. Confirmación de los hechos
 III. Organización "secreta"
 IV. Naturalismo "doctrina"
 V. Contra la Sede Apostólica
 VI. Negación de los principios fundamentales
 VII. Consecuencias políticas
 VIII. Errores y peligros
 IX. Remedios doctrinales
 X. Organizaciones prácticas
 XI. Educación de la juventud
 

Humanum Genus
Sobre la masonería y otras sectas
 Carta Encíclica del Papa León XIII
 20 de abril de 1884

 




 Introducción

 El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.

 El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehusan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial[1].





LA MASONERÍA

 2. En el decurso de los siglos, las dos ciudades han luchado, la una contra la otra, con armas tan distintas como los métodos, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la guía y auxilio de la sociedad que llaman de los Masones, por doquier dilatada y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados por Jesucristo, nuestro Salvador.

 Llorando Nos estos males, y movido Nuestro ánimo por la caridad, Nos sentimos impelidos a clamar con frecuencia ante el Señor: He aquí que tus enemigos vocearon; y levantaron la cabeza los que te odian. Contra tu pueblo determinaron malos consejos, discurrieron contra tus santos. Venid, dijeron, y hagámoslos desaparecer de entre las gentes[2].

 3. En tan inminente riesgo, en medio de tan atroz y porfiada guerra contra el nombre cristiano, es Nuestro deber indicar el peligro, señalar los adversarios, resistir cuanto podamos a sus malas artes y consejos, para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvación Nos está confiada, y no sólo permanezca firme y entero el reino de Jesucristo que Nos hemos obligado a defender, sino que se dilate con nuevos aumentos por todo el orbe.


 Amonestaciones de los Romanos Pontífices

 4. Los Romanos Pontífices Nuestros antecesores, velando solícitos por la salvación del pueblo cristiano, conocieron muy pronto quién era y qué quería este capital enemigo, apenas asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuración; y como tocando a batalla les amonestaron con previsión a príncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y asechanzas preparadas para engañarlos.

 Dióse el primer aviso del peligro el año 1738 por el papa Clemente XII[3] cuya Constitución confirmó y renovó Benedicto XIV[4]. Pío VII[5] siguió las huellas de ambos, y León XII, incluyendo en la Constitución apostólica Quo graviora[6] lo decretado en esta materia por los anteriores, lo ratificó y confirmó para siempre. Pío VIII[7], Gregorio XVI[8] y Pío IX[9], por cierto repetidas veces, hablaron en el mismo sentido.

 5. Y, en efecto, puesta en claro la naturaleza e intento de la secta masónica por indicios manifiestos, por procesos instruidos, por la publicación de sus leyes, ritos y revistas, allegándose a ello muchas veces las declaraciones mismas de los cómplices, esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la secta masónica, constituida contra todo derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al Estado que a la religión cristiana, y amenazando con las más graves penas que la Iglesia puede emplear contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad.

 Llenos de ira con esto sus secuaces, juzgando evadir o debilitar a lo menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de aquellas censuras, culparon a los Sumos Pontífices que las decretaron de haberlo hecho injustamente o de haberse excedido en el modo. Así procuraron eludir el peso y autoridad de las Constituciones apostólicas de Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VII y Pío IX; aunque no faltaron en aquella misma sociedad quienes confesasen, aun a pesar suyo, que lo hecho por los Romanos Pontífices, conforme a la doctrina y disciplina de la Iglesia, era según derecho. En lo cual varios príncipes y jefes de Gobierno se hallaron muy de acuerdo con los Papas, cuidando, ya de acusar a la sociedad masónica ante la Silla Apostólica, ya de condenarla por sí mismos, promulgando leyes a este propósito, como en Holanda, Austria, Suiza, España, Baviera, Saboya y en algunas otras partes de Italia.



 Confirmación de los hechos

 6. Pero lo que sobre todo importa es ver comprobada por los sucesos la previsión de Nuestros Antecesores. En efecto, no siempre ni en todas partes lograron el deseado éxito sus cuidados próvidos y paternales; y esto, o por el fingimiento y astucia de los afiliados a esta iniquidad, o por la inconsiderada ligereza de aquellos, a quienes más interesaba haber vigilado con diligencia en este negocio. Así que en espacio de siglo y medio la secta de los Masones ha logrado unos aumentos mucho mayores de cuanto podía esperarse, e infiltrándose con tanta audacia como dolo en todas las clases sociales ha llegado a tener tanto poder que parece haberse hecho casi dueña de los Estados. De tan rápido y terrible progreso se ha seguido en la Iglesia, en la potestad de los príncipes y en la salud pública la ruina prevista muy de atrás por Nuestros Antecesores; y se ha llegado a punto de temer grandemente para lo venidero, no ciertamente por la Iglesia, cuyo fundamento es bastante firme para que pueda ser socavado por esfuerzo humano, sino por aquellas mismas naciones en que logran influencia grande la secta de que hablamos u otras semejantes que se le agregan como auxiliares y satélites.

 7. Por estas causas, apenas subimos al gobierno de la Iglesia, vimos y experimentamos cuánto convenía resistir en lo posible a mal tan grave, interponiendo para ello Nuestra autoridad.

 En efecto, aprovechando repetidas veces la ocasión que se presentaba, hemos expuesto algunos de los más importantes puntos de doctrina en que parecía haber influido en gran manera la perversidad de los errores masónicos. Así, en Nuestra carta encíclica Quod apostoli muneris emprendimos demostrar con razones convincentes las enormidades de los socialistas y comunistas; después, en otra, Arcanum, cuidamos de defender y explicar la verdadera y genuina noción de la sociedad doméstica, que tiene su fuente y origen en el matrimonio; además, en la que comienza Diuturnum, propusimos la forma de la potestad política moderada según los principios de sabiduría cristiana, tan maravillosamente acorde con la naturaleza misma de las cosas y la salud de los pueblos y príncipes. Ahora, a ejemplo de Nuestros Predecesores, hemos resuelto ocuparnos expresamente de la misma sociedad masónica, de toda su doctrina, así como de sus planes y manera de pensar y de obrar, a fin de que así llegue a conocerse, con la mayor claridad posible, su maliciosa naturaleza, y pueda evitarse el contagio de peste tan funesta.



 Organización "secreta"

 8. Hay varias sectas que, si bien diferentes en nombre, ritos, forma y origen, unidas entre sí por cierta comunión de propósitos y afinidad entre sus opiniones capitales, concuerdan de hecho con la secta masónica, especie de centro de donde todas salen y adonde vuelven. Estas, aunque aparenten no querer en manera alguna ocultarse en las tinieblas, y tengan sus juntas a vista de todos, y publiquen sus periódicos, con todo, bien miradas, son un género de sociedades secretas, cuyos usos conservan. Pues muchas cosas hay en ellas a manera de arcanos, las cuales hay mandato de ocultar con muy exquisita diligencia, no sólo a los extraños, sino a muchos de sus mismos adeptos, como son los planes íntimos y verdaderos, así como los jefes supremos de cada logia, las reuniones más reducidas y secretas, sus deliberaciones, por qué vía y con qué medios se han de llevar a cabo. A esto se dirige la múltiple diversidad de derechos, obligaciones y cargos que hay entre los socios, la distinción establecida de órdenes y grados y la severidad de la disciplina por que se rigen. Tienen que prometer los iniciados, y aun de ordinarios se obligan a jurar solemnemente, no descubrir nunca ni de modo alguno sus compañeros, sus signos, sus doctrinas. Con estas mentidas apariencias y arte constante de fingimiento, procuran los Masones con todo empeño, como en otro tiempo los maniqueos, ocultarse y no tener otros testigos que los suyos. Celebran reuniones muy ocultas, simulando sociedades eruditas de literatos y sabios, hablan continuamente de su entusiasmo por la civilización, y de su amor hacia los más humildes: dicen que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la sociedad civil. Aunque fueran verdaderos tales propósitos, no todo está en ellos. Además, deben los afiliados dar palabra y seguridad de ciega y absoluta obediencia a sus jefes y maestros, estar preparados a obedecerles a la menor señal e indicación; y de no hacerlo así, a no rehusar los más duros castigos ni la misma muerte. Y, en efecto, cuando se ha juzgado que algunos han traicionado al secreto o han desobedecido las órdenes, no es raro darles muerte con tal audacia y destreza, que el asesino burla muy a menudo las pesquisas de la policía y el castigo de la justicia.

 Ahora bien: esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como a esclavos con fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otro, de armar a los asesinos procurándoles la impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza; y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y la probidad naturales.

 9. Singularmente, cuando hay otros argumentos, por cierto clarísimos, que ponen de manifiesto esta falta de probidad natural. Porque, por grande astucia que tengan los hombres para ocultarse, por grande que sea su costumbre de mentir, es imposible que no aparezca de algún modo en los efectos la naturaleza de la causa. No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos[10]. Y los frutos de la secta masónica son, además de dañosos, muy amargos. Porque de los certísimos indicios antes mencionados resulta claro el último y principal de sus intentos, a saber: destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y levantar a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo.

 10. Cuanto hemos dicho y diremos, debe entenderse de la secta masónica en sí misma y en cuanto abraza otras con ella unidas y confederadas, pero no de cada uno de sus secuaces. Puede haberlos, en efecto, y no pocos, que, si bien no dejan de tener culpa por haberse comprometido con semejantes sociedades, con todo no participan por sí mismos en sus crímenes e ignoran sus últimas intenciones. Del mismo modo, aun entre las otras asociaciones unidas con la masonería, algunas tal vez no aprobarán ciertas conclusiones extremas que sería lógico abrazar como dimanadas de principios comunes, si no causara horror su misma torpe fealdad. Algunas también, por circunstancias de tiempo y lugar, no se atreven a hacer tanto como ellas mismas quisieran y suelen hacer las otras; pero no por eso se han de tener por ajenas a la confederación masónica, pues ésta no tanto ha de juzgarse por sus hechos y las cosas que lleva a cabo, cuanto por el conjunto de los principios que profesa.



 Naturalismo "doctrina"

 11. Ahora bien: es principio capital de los que siguen el naturalismo, como lo declara su mismo nombre, que la naturaleza y razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta; y, sentado esto, descuidan los deberes para con Dios o tienen de ellos conceptos vagos y erróneos. Niegan, en efecto, toda divina revelación; no admiten dogma religioso ni verdad alguna que la razón humana no pueda comprender, ni maestro a quien precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio. Y como, en verdad, es oficio propio de la Iglesia católica, y que a ella sola pertenece, el guardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depósito de las doctrinas reveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los demás medios sobrenaturales para la salvación, de aquí el haberse vuelto contra ella toda la saña y el ahínco todo de estos enemigos.

 12. Véase ahora el proceder de la secta masónica en lo tocante a la religión, singularmente donde tiene mayor libertad para obrar, y júzguese si es o no verdad que todo su empeño está en llevar a cabo las teorías de los naturalistas. Mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda influencia del magisterio y autoridad de la Iglesia; por esto proclaman y defienden doquier el principio de que "Iglesia y Estado deben estar por completo separados" y así excluyen de las leyes y administración del Estado el muy saludable influjo de la religión católica, de donde se sigue que los Estados se han de constituir haciendo caso omiso de las enseñanzas y preceptos de la Iglesia.

 Ni les basta con prescindir de tan buena guía como la Iglesia, sino que la agravan con persecuciones y ofensas. Se llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escrito y en la enseñanza, los mismos fundamentos de la religión católica; se pisotean los derechos de la Iglesia; no se respetan las prerrogativas con que Dios la dotó; se reduce casi a nada su libertad de acción, y esto con leyes en apariencia no muy violentas, pero en realidad expresamente hechas y acomodadas para atarle las manos. Vemos, además, al Clero oprimido con leyes excepcionales y graves, para que cada día vaya disminuyendo en número y le falten las cosas más necesarias; los restos de los bienes de la Iglesia, sujetos a todo género de trabas y gravámenes y enteramente puestos al arbitrio y juicio del Estado; las Ordenes religiosas, suprimidas y dispersas.



 Contra la Sede Apostólica

 13. Pero donde, sobre todo, se extrema la rabia de los enemigos es contra la Sede Apostólica y el Romano Pontífice. Quitósele primero con fingidos pretextos el reino temporal, baluarte de su independencia y de sus derechos; en seguida se le redujo a situación inicua, a la par que intolerable, por las dificultades que de todas partes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado a punto de que los fautores de las sectas proclamen abiertamente lo que en oculto maquinaron largo tiempo, a saber, que se ha de suprimir la sagrada potestad del Pontífice y destruir por entero el Pontificado, instituido por derecho divino. Aunque faltaran otros testimonios, consta suficientemente lo dicho por el de los sectarios, muchos de los cuales, tanto en otras diversas ocasiones como últimamente, han declarado que el propósito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los católicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontífices han establecido en materia de religión o por causa de ella.

 Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe católica, tan lejos está esto de oponerse a los intentos masónicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos más; y después, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás.



 Negación de los principios fundamentales

 14. Pero más lejos van los naturalistas, porque, lanzados audazmente por las sendas del error en las cosas de mayor momento, caen despeñados en lo profundo, sea por la flaqueza humana, sea por un justo juicio de Dios, que castiga su soberbia. Así es que en ellos pierden su certeza y fijeza aun las verdades que se conocen por luz natural de la razón, como son la existencia de Dios, la espiritualidad e inmortalidad del alma humana.

 Y la secta de los Masones da en estos mismos escollos del error con no menos precipitado curso. Porque, si bien confiesan, en general, que Dios existe, ellos mismos testifican no estar impresa esta verdad en la mente de cada uno con firme asentimiento y estable juicio. Ni disimulan tampoco ser entre ellos esta cuestión de Dios causa y fuente abundantísima de discordia; y aun es notorio que últimamente hubo entre ellos, por esta misma cuestión, no leve contienda. De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta de defender que Dios existe o que no existe; y con la misma facilidad se recibe a los que resueltamente defienden la negativa, como a los que opinan que existe Dios, pero sienten de El perversamente, como suelen los panteístas; lo cual no es otra cosa que acabar con la verdadera noción de la naturaleza divina, conservando de ella no se sabe qué absurdas apariencias. Destruido o debilitado este principal fundamento, síguese que han de quedar vacilantes otras verdades conocidas por la luz natural: por ejemplo, que todo existe por la libre voluntad de Dios creador; que su providencia rige el mundo; que las almas no mueren; que a esta vida ha de suceder otra sempiterna.

 15. Destruidos estos principios, que son como la base del orden natural, importantísimo para la conducta racional y práctica de la vida, fácilmente aparece cuáles han de ser las costumbres públicas y privadas. Nada decimos de las virtudes sobrenaturales, que nadie puede alcanzar ni ejercitar sin especial gracia y don de Dios, de las cuales por fuerza no ha de quedar vestigio en los que desprecian por desconocidas la redención del género humano, la gracia divina, los sacramentos, la felicidad que se ha de alcanzar en el cielo.

 Hablamos de las obligaciones que se deducen de la probidad natural. Un Dios creador del mundo y su próvido gobernador; una ley eterna que manda conservar el orden natural y veda el perturbarlo; un fin último del hombre y mucho más excelso que todas las cosas humanas y más allá de esta morada terrestre; éstos son los principios y fuente de toda honestidad y justicia; y, suprimidos éstos, como suelen hacerlo naturalistas y masones, falta inmediatamente todo fundamento y defensa a la ciencia de lo justo y de lo injusto. Y, en efecto, la única educación que a los Masones agrada, y con la que, según ellos, se ha de educar a la juventud, es la que llama laica, independiente, libre; es decir, que excluya toda idea religiosa. Pero cuán escasa sea ésta, cuán falta de firmeza y a merced del soplo de las pasiones, bien lo manifiestan los dolorosos frutos que ya se ven en parte; en dondequiera que esta educación ha comenzado a reinar más libremente, una vez suprimida la educación cristiana, prontamente se han visto desaparecer las buenas y sanas costumbres, tomar cuerpo las opiniones más monstruosas y subir de todo punto la audacia en los crímenes. Públicamente se lamenta y deplora todo esto, y aun lo reconocen, aunque no querrían, no pocos que se ven forzados a ello por la evidencia de la verdad.

 16. Además, como la naturaleza humana quedó inficionada con la mancha del primer pecado, y por lo tanto más propensa al vicio que a la virtud, requiérese absolutamente para obrar bien sujetar los movimientos obcecados del ánimo y hacer que los apetitos obedezcan a la razón. Y para que en este combate conserve siempre su señorío la razón vencedora, se necesita muy a menudo despreciar todas las cosas humanas y pasar grandísimas molestias y trabajos. Pero los naturalistas y masones, que ninguna fe dan a las verdades reveladas por Dios, niegan que pecara nuestro primer padre, y estiman, por tanto, al libre albedrío en nada amenguado en sus fuerzas ni inclinado al mal[11]. Antes, por lo contrario, exagerando las fuerzas y excelencia de la naturaleza, y poniendo en ésta únicamente el principio y norma de la justicia, ni aun pensar pueden que para calmar sus ímpetus y regir sus apetitos se necesite una asidua pelea y constancia suma. De aquí vemos ofrecerse públicamente tantos estímulos a los apetitos del hombre: periódicos y revistas, sin moderación ni vergüenza alguna; obras dramáticas, licenciosas en alto grado; asuntos ara las artes, sacados con proterva de los principios de ese que llaman realismo; ingeniosos inventos para una vida muelle y muy regalada; rebuscados, en suma, toda suerte de halagos sensuales, a los cuales cierre los ojos la virtud adormecida. En lo cual obran perversamente, pero son en ello muy consecuentes consigo mismos, quienes quitan toda esperanza de los bienes celestiales, y ponen vilmente en cosas perecederas toda la felicidad, como si la fijaran en la tierra. Lo referido puede confirmar una cosa más extraña de decirse que de creerse. Porque, como apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos como los que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo en la secta masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie con la innumerable licencia de los vicios, en la seguridad que así la tendrán sujeta a su arbitrio para poder atreverse a todo en lo futuro.

 17. Por lo que toca a la vida doméstica, he aquí casi toda la doctrina de los naturalistas. El matrimonio es un mero contrato: puede justamente rescindirse a voluntad de los contratantes; la autoridad civil tiene poder sobre el vínculo matrimonial. En el educar los hijos nada hay que enseñarles como cierto y determinado en punto de religión; al llegar a la adolescencia, corre a cuenta de cada cual escoger lo que guste. Esto mismo piensan los Masones; no solamente lo piensan, sino que se empeñan, hace ya mucho, en reducirlo a costumbre y práctica. En muchos Estados, aun en los llamados católicos, está establecido que fuera del matrimonio civil no hay unión legítima; en otros, la ley permite el divorcio; en otros se trabaja para que cuanto antes sea permitido. Así, apresuradamente se corre a cambiar la naturaleza del matrimonio en unión inestable y pasajera, que la pasión haga o deshaga a su antojo.

 También tiene puesta la mira, con suma conspiración de voluntades, la secta de los Masones en arrebatar para sí la educación de los jóvenes. Ven cuán fácilmente pueden amoldar a su capricho esta edad tierna y flexible y torcerla hacia donde quieran, y nada más oportuno para lograr que se forme así para la sociedad una generación de ciudadanos tal cual ellos se la forjan. Por tanto, en punto de educación y enseñanza de los niños, nada dejan al magisterio y vigilancia de los ministros de la Iglesia, habiendo llegado ya a conseguir que en varios lugares toda la educación de los jóvenes esté en manos de laicos, de suerte que, al formar sus corazones, nada se les diga de los grandes y santísimos deberes que ligan al hombre con Dios.



 Consecuencias políticas

 18. Vienen en seguida los principios de la ciencia política. En este género dogmatizan los naturalistas que los hombres todos tienen iguales derechos y son de igual condición en todo; que todos son libres por naturaleza; que ninguno tiene derecho para mandar a otro, y el pretender que los hombres obedezcan a cualquier autoridad que no venga de ellos mismos es propiamente hacerles violencia. Todo está, pues, en manos del pueblo libre; la autoridad existe por mandato o concesión del pueblo; tanto que, mudada la voluntad popular, es lícito destronar a los príncipes aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles está o en la multitud o en el Gobierno de la nación, organizado, por supuesto, según los nuevos principios. Conviene, además, que el Estado sea ateo; no hay razón para anteponer una a otra entre las varias religiones, pues todas deben ser igualmente consideradas.

 19. Y que todo esto agrade a los Masones del mismo modo, y quieran ellos constituir las naciones según este modelo, es cosa tan conocida que no necesita demostrarse. Con todas sus fuerzas e intereses lo están maquinando así hace mucho tiempo, y con esto dejan expedito el camino a no pocos más audaces que se inclinan a peores opiniones, pues proyectan la igualdad y comunidad de toda la riqueza, borrando así del Estado toda diferencia de clases y fortunas.



 Errores y peligros

 20. De lo que sumariamente hemos referido aparece bastante claro que sea y por dónde va la secta de los Masones. Sus principales dogmas discrepan tanto y tan claramente de la razón, que nada puede ser más perverso. Querer acabar con la religión y la Iglesia, fundada y conservada perennemente por el mismo Dios, y resucitar después de dieciocho siglos las costumbres y doctrinas gentílicas, es necedad insigne y muy audaz impiedad. Ni es menos horrible o más llevadero el rechazar los beneficios que con tanta bondad alcanzó Jesucristo, no sólo a cada hombre en particular, sino también en cuanto viven unidos en la familia o en la sociedad civil, beneficios señaladísimos hasta según el juicio y testimonio de los mismos enemigos. En tan feroz e insensato propósito parece reconocerse el mismo implacable odio o sed de venganza en que arde Satanás contra Jesucristo.

 Así como el otro vehemente empeño de los Masones, el de destruir los principales fundamentos de lo justo y lo honesto, y animar así a los que, a imitación del animal, quisiera fuera lícito cuanto agrada, no es otra cosa que empujar el género humano ignominiosa y vergonzosamente a su extrema ruina.

 21. Aumentan el mal los peligros que amenazan a la sociedad doméstica y civil. Porque, como otras veces lo hemos expuesto, hay en el matrimonio, según el común y casi universal sentir de todos los pueblos y siglos, algo de sagrado y religioso: veda, además, la ley divina que pueda disolverse. Pero si esto se permitiera, si el matrimonio se hace profano, necesariamente ha de seguirse en la familia la discordia y la confusión, cayendo de su dignidad la mujer y quedando incierta la prole tanto sobre sus bienes como sobre su propia vida.

 22. Pues el no cuidar oficialmente para nada de la religión, y en la administración y ordenación de la cosa pública no tener cuenta ninguna de Dios, como si no existiese, es atrevimiento inaudito aun entre los mismos gentiles, en cuyo corazón y en cuyo entendimiento tan grabada estuvo no sólo la creencia en los dioses, sino la necesidad de un culto público, que reputaban más fácil encontrar una ciudad sin suelo que sin Dios.

 De hecho la sociedad humana a que nos sentimos naturalmente inclinados fue constituida por Dios, autor de la naturaleza; y de El emana, como de principio y fuente, la naturaleza y perenne abundancia de los bienes innumerables en que la sociedad abunda. Así, pues, como la misma naturaleza enseña a cada uno en particular a dar piadosa y santamente culto a Dios por tener de El la vida y los bienes que la acompañan, así, y por idéntica causa, incumbe este mismo deber a pueblos y Estados. Y los que quisieran a la sociedad civil libre de todo deber religioso, claro está que obran no sólo injusta, sino ignorante y absurdamente.

 Si, pues, los hombres por voluntad de Dios nacen ordenados a la sociedad civil, y a ésta es tan indispensable el vínculo de la autoridad que, quitando éste, por necesidad se disuelve aquélla, síguese que el mismo que creó la sociedad creó la autoridad. De aquí se ve que quien está revestido de ella, sea quien fuere, es ministro de Dios, y, por tanto, según lo piden el fin y la naturaleza de la sociedad humana, es tan puesto en razón el obedecer a la potestad legítima cuando manda lo justo, como obedecer a la autoridad de Dios, que todo lo gobierna; y nada tan falso como el pretender que corresponda por completo a la masa del pueblo el negar la obediencia cuando le agrade. Todos los hombres son, ciertamente, iguales: nadie duda de ello, si se consideran bien la comunidad igual de origen y naturaleza, el fin último cuya consecuencia se ha señalado a cada uno, y finalmente los derechos y deberes que de ellos nacen necesariamente.

 23. Mas como no pueden ser iguales las capacidades de los hombres, y distan mucho uno de otro por razón de las fuerzas corporales o del espíritu, y son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos, nada más repugnante a la razón que el pretender abarcarlo y confundirlo todo y llevar a las leyes de la vida civil tan rigurosa igualdad. Así como la perfecta constitución del cuerpo humano resulta de la juntura y composición de miembros diversos, que, diferentes en forma y funciones, atados y puestos en sus propios lugares, constituyen un organismo hermoso a la vista, vigoroso y apto para bien funcionar, así en la humana sociedad son casi infinitas las diferencias de los individuos que la forman; y si todos fueran iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, nada habría más deforme que semejante sociedad; mientras que si todos, en distinto grado de dignidad, oficios y aptitudes, armoniosamente conspiran al bien común, retratarán la imagen de una ciudad bien constituida y según pide la naturaleza.

 24. Además, de los turbulentos errores, que ya llevamos enumerados, han de temerse los mayores peligros para los Estados. Porque, quitado el temor de Dios y el respeto a las leyes divinas, menospreciada la autoridad de los príncipes, consentida y legitimada la manía de las revoluciones, sueltas con la mayor licencia las pasiones populares, sin otro freno que el castigo, ha de seguirse necesariamente el trastorno y la ruina de todas las cosas. Y aun precisamente esta ruina y trastorno, es lo que a conciencia maquinan y expresamente proclaman unidas las masas de comunistas y socialistas, a cuyos designios no podrá decirse ajena la secta de los Masones, pues favorece en gran manera sus planes y conviene con ellas en los principales dogmas. Y si de hecho no llegan inmediatamente y en todas partes a las últimas consecuencias, no se atribuya a sus doctrinas ni a su voluntad, sino a la eficacia de la religión divina, que no puede extinguirse, y a la parte más sana de los hombres, que, rechazando la servidumbre de las sociedades secretas, resisten con valor a sus locos conatos.

 25. ¡Ojalá juzgasen todos del árbol por sus frutos y conocieran la semilla y principio de los males que nos oprimen y los peligros que nos amenazan! Tenemos que habérnoslas con un enemigo astuto y doloso que, halagando los oídos de pueblos y príncipes, ha cautivado a unos y otros con blandura de palabras y adulaciones.

 Al insinuarse entre los príncipes fingiendo amistad, pusieron la mira los Masones en lograrlos como socios y colaboradores poderosos para oprimir a la religión católica; y para estimularles más con insistente calumnia acusaron a la Iglesia de que, envidiosa, disputaba a los príncipes su potestad y prerrogativas reales. Lograda por tales artes la audacia y la seguridad, comenzaron a intervenir con gran influencia en el régimen de las naciones, estando dispuestos -por lo demás- a sacudir los fundamentos de los imperios y a perseguir, calumniar y destronar a los príncipes, siempre que ellos no se mostrasen inclinados a gobernar a gusto de la secta.

 No de otro modo engañaron, adulándolos, a los pueblos. Voceando libertad y prosperidad pública, haciendo ver que por culpa de la Iglesia y de los monarcas, no había salido ya la multitud de su inicua servidumbre y de su miseria, engañaron al pueblo, y, despertada en él la sed de novedades, le incitaron a combatir contra ambas potestades. Pero ventajas tan esperadas están más en el deseo que en la realidad, y antes bien, más oprimida la plebe, se ve forzada a carecer en gran parte de las mismas cosas en que esperaba el consuelo de su miseria, las cuales hubiera podido hallar con facilidad y abundancia en la sociedad cristianamente constituida. Y éste es el castigo de su soberbia, que suelen encontrar cuantos se vuelven contra el orden de la Providencia divina: que tropiezan con una suerte desoladora y mísera allí mismo donde, temerarios, la esperaban próspera y abundante según sus deseos.

 26. La Iglesia, en cambio, como que manda obedecer primero y sobre todo a Dios, Soberano Señor de todas las cosas, no podría, sin injuria y falsedad, ser tenida por enemiga de la potestad civil, usurpadora de algún derecho de los príncipes; antes bien, quiere se de al poder civil, por dictamen y obligación de conciencia, cuanto de derecho se le debe; y el hacer dimanar de Dios mismo, conforme hace la Iglesia, el derecho de mandar, da gran incremento a la dignidad del poder civil y no leve apoyo para captarse el respeto y benevolencia de los ciudadanos. Amiga de la paz, la misma Iglesia fomenta la concordia, abraza a todos con maternal cariño y, ocupada únicamente en ayudar a los hombres, enseña que conviene unir la justicia con la clemencia, el mando con la equidad, las leyes con la moderación; que no ha de violarse el derecho de nadie; que se ha de servir al orden y tranquilidad pública y aliviar cuanto se pueda pública y privadamente la necesidad de los menesterosos. Pero por esto piensan, para servirnos de las palabras mismas de San Agustín[12], o quieren que se piense no ser la doctrina de Cristo provechosa para la sociedad, porque no quieren que el Estado se asiente sobre la solidez de las virtudes, sino sobre la impunidad de los vicios. Conocido bien todo esto, sería insigne prueba de sensatez política y empresa conforme a lo que exige la salud pública que príncipes y pueblos se unieran, no con los Masones para destruir la Iglesia, sino con la Iglesia para quebrantar los ímpetus de los Masones.



 Remedios doctrinales

 27. Sea como quiera, ante un mal tan grave y ya tan extendido, lo que a Nos toca, Venerables Hermanos, es aplicarnos con toda el alma a la busca de remedios.

 Y porque sabemos que la mejor y más firme esperanza de remedio está puesta en la virtud de la religión divina, tanto más odiada por los Masones cuanto más temida, juzgamos ser lo principal el servirnos contra el común enemigo de esta virtud tan saludable. Así que todo lo que decretaron los Romanos Pontífices, Nuestros Antecesores, para impedir las tentativas y los esfuerzos de la secta masónica, y todo cuanto sancionaron para alejar a los hombres de semejantes sociedades o sacarlos de ellas, todas y cada una de estas cosas las damos por ratificadas y las confirmamos con Nuestra autoridad apostólica. Y confiadísimos en la buena voluntad de los cristianos, rogamos y suplicamos a cada uno en particular por su eterna salvación que estimen deber sagrado de conciencia el no apartarse un punto de lo que en esto tiene ordenado la Silla Apostólica.

 28. Y a vosotros, Venerables Hermanos, os pedimos y rogamos con la mayor instancia que, uniendo vuestros esfuerzos a los Nuestros, procuréis con todo ahínco extirpar esta asquerosa peste que va serpeando por todas las venas de la sociedad. A vosotros toca defender la gloria de Dios y la salvación de los prójimos: ante tales fines en el combate, no ha de faltaros ni el valor ni la fuerza.

 29. Vuestra prudencia os dictará el modo mejor de vencer los obstáculos y las dificultades que se alzarán; pero como es propio de la autoridad de nuestro ministerio el indicaros Nos mismo algún plan razonable, pensad que en primer lugar se ha de procurar arrancar a los Masones su máscara, para que sean conocidos tales cuales son, que los pueblos aprendan por vuestros discursos y pastorales, dados con este fin, las malas artes de semejantes sociedades para halagar y atraer, la perversidad de sus opiniones y lo criminal de sus hechos. Que ninguno que estime en lo que debe su profesión de católico y su salvación juzgue serle lícito por ningún título dar su nombre a la secta masónica, como repetidas veces lo prohibieron Nuestros Antecesores. Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida; puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los Masones abiertamente contrario a la religión y buenas costumbres; pero como toda la razón de ser y causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno.

 30. Además, conviene con frecuentes sermones y exhortaciones inducir a las muchedumbres a que se instruyan con todo esmero en lo tocante a la religión, y para esto recomendamos mucho que en escritos y sermones oportunos se explanen los principales y santísimos dogmas que encierran toda la filosofía cristiana. Con lo cual se llega a sanar los entendimientos por medio de la instrucción y a fortalecerlos así contra las múltiples formas del error como contra los varios modos con que se presentan atractivos los vicios en esa tan grande libertad de publicaciones y curiosidad tan grande de saber.

 Grande obra, sin duda; pero en ella será vuestro primer auxiliar y colaborador de vuestros trabajos el Clero, si con vuestro esfuerzo lográis que salga bien pertrechado en virtudes y en ciencia. Mas empresa tan sana e importante reclama también en su auxilio el celo activo de los seglares, que juntan en uno el amor de la religión y de la Patria con la probidad y el saber. Aunadas las fuerzas de una y otra clase, trabajad, Venerables Hermanos, para que todos los hombres conozcan bien y amen a la Iglesia; porque cuanto mayor fuere este conocimiento y este amor, tanto mayor será así la repugnancia con que se mire a las sociedades secretas como el empeño en rehuirlas.


 Organizaciones prácticas

 31. Y aprovechando esta oportunidad, renovamos ahora justamente Nuestro deseo, ya repetido, de que se propague y se fomente con toda diligencia la Orden Tercera de San Francisco, cuyas reglas con lenidad prudente hemos suavizado hace muy poco tiempo. El único fin que le dio su autor es el de traer los hombres a la imitación de Jesucristo, al amor de su Iglesia, al ejercicio de toda virtud cristiana; mucho ha de valer, por tanto, para extinguir el contagio de estas perversísimas sociedades. Y así, que cada día aumente más esta santa Congregación; pues, además de otros muchos frutos, puede esperarse de ella el insigne de que vuelvan los corazones a la libertad, fraternidad e igualdad, no como absurdamente las conciben los masones, sino como las alcanzó Jesucristo para el humano linaje y las siguió San Francisco: esto es, la libertad de los hijos de Dios, por la cual nos veamos libres de la servidumbre de Satanás y de las pasiones, nuestros perversísimos tiranos; la fraternidad que dimana de ser Dios nuestros Creador y Padre común de todos; la igualdad que, teniendo por fundamento la caridad y la justicia, no borra toda diferencia entre los hombres, sino que con la variedad de condiciones, deberes e inclinaciones forma aquel admirable y armonioso concierto que aun la misma naturaleza pide para el bien y la dignidad de la vida civil.

 32. Viene, en tercer lugar, una institución sabiamente establecida por nuestros mayores e interrumpida por el transcurso del tiempo, que puede valer ahora como ejemplar y forma para lograr instituciones semejantes.

 Hablamos de los gremios y cofradías de trabajadores con que éstos, al amparo de la religión, defendían juntamente sus intereses y, a la par, las buenas costumbres.

 Y si con el uso y experiencia de largo tiempo vieron nuestros mayores la utilidad de estas asociaciones, tal vez la experimentaremos mejor nosotros por ser especialmente aptas para invalidar el poder de las sectas. Los que conllevan la pobreza con el trabajo de sus manos, fuera de ser dignísimos, en primer término, de caridad y consuelo, están más expuestos a las seducciones de los malvados, que todo lo invaden con fraudes y engaños. Débeseles, por ello, ayudar con la mayor benignidad posible y atraer a sociedades honestas, no sea que los arrastren a las infames. En consecuencia, para salud del pueblo, tenemos vehementes deseos de ver restablecidas en todas partes, según piden los tiempos, estas corporaciones bajo los auspicios y patrocinio de los Obispos. Y no es pequeño Nuestro gozo al verlas ya establecidas en diversos lugares en que también se han fundado sociedades protectoras, siendo propósito de unas y otras ayudar a la clase honrada de los proletarios, socorrer y custodiar sus hijos y sus familias, fomentando en ellas, con la integridad de las buenas costumbres, el amor a la piedad y el conocimiento de la religión.

 33. Y en este punto no dejaremos de mencionar la Sociedad llamada de San Vicente de Paúl, tan benemérita de las clases pobres y tan insigne públicamente en su ejemplaridad. Bien conocidas son su actuación y sus aspiraciones; se emplea en adelantarse espontáneamente al auxilio de los menesterosos y de los que sufren, y esto con admirable sagacidad y modestia; pues, cuanto menos quiere mostrarse, tanto es mejor para ejercer la caridad cristiana y más oportuna para consuelo de las miserias.



 Educación de la juventud

 34. En cuarto lugar, y para obtener más fácilmente lo que intentamos, con el mayor encarecimiento encomendamos a vuestro celo y a vuestros desvelos la juventud, esperanza de la sociedad.

 Poned en su educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hiciereis, creáis haber hecho bastante en el preservar a la adolescencia de aquellas escuelas y aquellos maestros, en los que pueda temerse el aliento pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los párrocos para que insistan, al enseñar la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos sobre la perversidad de estas sociedades, y a que aprendan desde luego a precaverse de las fraudulentas y varias artes que sus propagadores suelen emplear para enredar a los hombres. Y aun no harían mal, los que preparan a los niños para recibir bien la primera Comunión, en persuadirles que se propongan y se comprometan a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres o sin consultarlo con su confesor o con su párroco.

 35. Bien conocemos que todos nuestros comunes trabajos no bastarán a arrancar estas perniciosas semillas del campo del Señor si desde el cielo el dueño de la viña no favorece benigno nuestros esfuerzos.

 Necesario es, por lo tanto, implorar con vehemente anhelo e instancia su poderoso auxilio, como y cuanto lo piden la extrema necesidad de las circunstancias y la grandeza del peligro. Levántase insolente y orgullosa por sus triunfos la secta de los Masones, ni parece poner ya límites a su pertinacia. Préstanse mutuo auxilio sus sectarios, todos unidos en nefando contubernio y por comunes ocultos designios, y unos a otros se animan para todo malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa, es a saber, que todos los buenos se unan en amplísima coalición de obras y oraciones. Les pedimos, pues, por un lado que, estrechando las filas, firmes y a una, resistan contra los ímpetus cada día más violentos de los sectarios; por otro, que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos, para alcanzar que florezca con nuevo vigor la religión cristiana; que goce la Iglesia de la necesaria libertad; que vuelvan a la buena senda los descarriados; y que, al fin, abran paso a la verdad los errores y los vicios a la virtud.

 36. Como intercesora y abogada tengamos a la Virgen María Madre de Dios, para que, pues ya en su misma Concepción purísima venció a Satanás, sea Ella quien se muestre poderosa contra las nefandas sectas, en las que claramente se ve revivir la soberbia contumaz del demonio junto con una indómita perfidia y simulación. Acudamos también al príncipe de los Angeles buenos, San Miguel, el debelador de los enemigos infernales; y a San José, esposo de la Virgen santísima, así como a San Pedro y San Pablo, Apóstoles grandes, sembradores e invictos defensores de la fe cristiana, en cuyo patrocinio confiamos, así como en la perseverante oración de todos, para que el Señor acuda oportuno y benigno en auxilio del género humano que se encuentra lanzado a peligros tantos. Sea prueba de los dones celestiales y de Nuestra benevolencia la Bendición Apostólica, que de todo corazón os damos en el Señor, a vosotros, Venerables Hermanos, al Clero y a todo el pueblo confiado a vuestra vigilancia.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 20 de abril de 1884, año séptimo de Nuestro Pontificado.


Notas
 [1] De civ. Dei. 14, 17.
 [2] Ps. 82, 2-4.
 [3] Const. In eminenti 24 april. 1738.
 [4] Const. Providas 18 mai. 1751.
 [5] Const. Ecclesiam a Iesu Christo 12 sept. 1821.
 [6] Const. 13 mart. 1825.
 [7] Enc. Traditi 21 mai. 1829.
 [8] Enc. Mirari 15 aug. 1832.
 [9] Enc. Qui pluribus 9 nov. 1846. -Aloc. Multiplices inter 25 sept. 1865, etcétera.
 [10] Mat. 7, 18.
 [11] Conc. Trid. sess. 6 de iustif. c. 1.
 [12] Ep. 137 (al. 3) Ad Volusianum c. 5 n. 20.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Un muy enojado Perón en esta carta al compañero Framini de la que se cumplen 54 años.




Carta al Sr. Andrés Framini 7 de noviembre de 1965

Escrito por Juan Domingo Perón.

Madrid, 7 de noviembre de 1965.

Al Sr. Andrés Framini

Buenos Aires

Mi querido amigo:

Parece que en el peronismo los dirigentes no pueden lavar sus trapos sucios en casa y necesitan, como las comadres de conventillos, llevarlos al comentario de la calle. A mí me importa un rábano que se peleen allí y que algunos tontos me quiten el respeto que creía haberme ganado en el Movimiento, pero sí no puedo ver con buenos ojos que se haga un mal premeditado al peronismo, porque no creo en la buena intención de los que hacen trascender estas cosas para que sean la comidilla de nues­tros enemigos.

El viaje de Isabelita, que se comunicó a la conducción con suficiente anticipación, parece que ha producido el mismo efecto entre los gorilas que entre algunos de nuestros dirigentes, lo que me hace pensar que muchos de ellos no están muy seguros de su propio predicamento.

Pero donde la deshonestidad es evidente, es cuando se afirma allí que el diputado Güerci anda en tratativas con el Gobierno, cuando esta cumpliendo una misión que yo personalmente le he encomendado (lleva un memorándum en contestación a una gestión que un grupo de militares hiciera ante mí). Pero donde la infamia raya a mayor altura es cuando se afirma que Jorge Antonio es el gestor de tales arreglos con el Gobierno y que tiene secuestrada a Isabelita o me tiene prisionero a mí de su dinero. El pobre Jorge Antonio, que esta metido en este lío precisamente por ustedes desde la operación Retorno, desde su regreso del Paraguay no se mete para nada en estas cosas, como no sea para ayudar en las comunicaciones o en otras cosas que yo le pido.

Lo que ocurre en este sentido es que tanto el Gobierno como los militares hacen gestiones ante mí para llegar a acuerdos. Unos a fin de evitar un cuartelazo y otros para darlo. Yo, mirando los intereses del peronismo, les he contestado lo mismo a unos que a otros, mediante el memorándum que les he remitido a la junta coordinadora, para evitar precisamente que se pensara y se difundieran versiones antojadizas.Yo recibo denuncias todos los días de nuestros propios dirigentes, en las que me dicen que los dirigentes de la conducción se están arreglando con el Gobierno para conservar sus cargos y medrar con ellos; pero haciendo honor a una confianza que siempre les he tenido, ni siquiera se me ha ocurrido comentar con ellos mismos semejante patraña. ¿Cómo puedo tolerar entonces que cuatro chantapufis se permitan dudar de mi honestidad y correcto proceder en el Movimiento que esos mismos desgraciados están usufructuando a costa de todos mis sacrificios y penurias?

Nosotros por ahora, por lo menos, no podemos entrar en componendas con el Gobierno porque ya ha fracasado y con los militares porque van a fracasar.

Hace veinte años que manejo dirigentes de toda laya y hace más de cincuenta que manejo hombres, de manera que por bruto que sea debo haber aprendido a conocerlos. Yo intuyo lo que piensan y deduzco lo que hacen y en qué andan. Ya me estoy cansando de todo esto porque veo que mis sacrificios son inútiles, más por sus intereses personales o de círculo que por los que corresponden a todo el Movimiento. Aunque estos pajaritos en polenta se creen muy vivos, no se percatan de que están labrando su propia desgracia, como están poniendo en peligro el destino de nuestro Movimiento.

Lo que estos papanatas creen es que me estoy muriendo y ya empiezan a disputarse mi ropa, pero lo que no saben es que se les va a levantar el muerto en el momento que menos piensan. Todavía tengo fuerzas y aptitudes para formar un nuevo movimiento peronista, si es preciso. Veremos cuantos son los que se quedan con ellos. Es el destino de los mediocres que, careciendo de grandeza, estarán siempre destinados a procedimientos de albañal.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón

viernes, 9 de agosto de 2019

Perón le escribía a la Juventud Peronista hace 47 años




Cara a la JP 9 de agosto de 1972

Escrito por Juan Domingo Perón.

Madrid, 9 de agosto de 1972.

A los compañeros de la Juventud Peronista:

Compañeros:

Deseo que mis primeras palabras sean para rendir un homenaje y un recuerdo a los compañeros caídos en la lucha que sostenemos contra la ignominia que ha ensombrecido a la Patria. Todos ellos merecen nuestro reconocimiento más profundo y agradecimiento más sincero; todos ellos han caído en la defensa de su Patria y de su Pueblo. Muchas veces canallescamente asesinados por las bandas parapoliciales que, envileciendo toda condición humana, se prestan al crimen más execrable amparados en una impunidad que deshonra a las instituciones a las que pertenecen. Yo no sé si es la insensatez o la ignorancia lo que enceguece a los que usurparon el poder para no comprender a una juventud que no quiere ser un simple número en los cálculos comerciales de los monopolios extranjeros. Y es una pena que sea necesario que una parte de ella comience a decirlo a tiros, pero también es un aviso serio. Es curioso que, cuando comienza a subrayarse con disparos y explosiones, coincidan con la voz pacífica del Papa, que dijo -dirigiéndose a los peregrinos de Castel Gandolfo: "Los jóvenes perciben la esterilidad de una vida dedicada al consumo".

El fenómeno de las juventudes del mundo que se rebelan tiene su explicación y su razón de ser, más allá de la justificación superficial que le asigna la miopía de los que, en nombre del "orden", quisieran someter a todos a su estúpida concepción de la vida y del Estado. Ellos no perciben que esas juventudes, plenas de derecho, comienzan a luchar por un destino que les corresponde por un determinismo histórico y que han de realizar, pese a quien pese, aunque sólo sea por fatalismo biológico. Ellos no advierten que los jóvenes que luchan pertenecen a las clases medias y pudientes, con una alta preparación intelectual, y con una moral superior a toda ponderación.

Aquella realidad que escapa a los esquemas vulgares y vigentes obliga a preguntarse que está fallando en ellos para que la juventud se oponga violentamente al sistema en que vive, precisamente ella, que si obrara con consecuencia formaría las élites del sistema. Esa es una cosa que no pueden comprender los que habían usurpado el poder del Pueblo para someter a la comunidad al mandato de los poderes foráneos a los que sirven simplemente como fuerzas de ocupación.

Es que hay cosas que están por sobre los gallináceos pensamientos de los que no saben pensar.

La Providencia me ha dado un privilegio: el de que en los últimos días de mi vida me haya sido posible contactar con una juventud esclarecida de la Patria, que no sólo siente y piensa, sino que es capaz de luchar denodadamente por asegurar el futuro de su Patria, que le corresponde por derecho propio.

Esa juventud que ha aprendido a morir por sus ideales es lo único que puede salvar al país en su futuro preñado de acechanzas y peligros. Los idiotas que aún siguen pensando en imponer esquemas y sistemas perimidos no merecen otra cosa que manejar la fuerza que simboliza el derecho de las bestias.

Queridos compañeros de la Juventud Peronista: hemos llegado hasta las puertas mismas de las grandes decisiones. Todo depende ahora de la perseverancia que sepamos poner en la empresa en que estamos empeñados. La ciudadanía, que comprende el sacrificio como ninguna, no ha de ser esquiva para dar el apoyo que merece la juventud. Tenemos razón y defendemos una verdad que ya nadie ignora. Pongamos en su defensa todo el tesón de que seamos capaces y luchemos con firme voluntad de vencer y el futuro será nuestro.

Pero no olvidemos que el éxito no depende de la casualidad ni sale al paso. El éxito se concibe, se prepara y se realiza para explotarlo luego. Pongamos en ello una firme voluntad y un pensamiento claro, que lo demás es sólo ejecución.

Deseo que el final de estas pocas palabras sean las mismas con las que comencé. Hagan llegar mi recuerdo y mi homenaje a todos los compañeros que han caído, como a los que han sufrido vejámenes y torturas físicas y morales en manos de la canalla entronizada o han sido confinados en las cárceles o barcos prisiones, por cumplir con sus deberes de verdaderos argentinos.

A todos ustedes les hago llegar también, junto con mi abrazo más afectuoso, mis mejores deseos.

Firmado: Juan Domingo Perón.

Hace 53 años Perón le escribía esta carta al Doctor Manuel de Anchorena.

  Carta al Dr. Manuel de Anchorena 26 de marzo de 1971  Escrito por Juan Domingo Perón.  Madrid, Viernes 26 de marzo de 1971. Al Dr. Manuel ...