lunes, 5 de junio de 2017

Se cumplen 60 años de esta carta de Perón a Cooke






Carta a John W. Cooke 5 de junio de 1957
Escrito por Juan Domingo Perón.
Caracas, 5 de junio de 1957
Señor Dr. D. John W. Cooke, Santiago.
Mi querido amigo:
Aprovecho el viaje del amigo González Torrado para hacerle llegar mis noticias y él podrá también traer las suyas.
Por las informaciones que recibo, la situación permanece estable, dentro de las características impresas en los últimos tiempos. Los políticos se mueven pero, el panorama lejos de aclararse se obscurece aún más. Las condiciones de vida, en nuestro Pueblo parece que tienen preponderante influencia, se acentúan peyorativamente y, el ambiente militar gorila, aunque aparentemente tranquilizado, está en efervescencia. Corren numerosos rumores de uno y otro lado En lo tocante al Movimiento Obrero, las cosas no sólo no han mejo­rado para la canalla dictatorial sino que se mantiene un estado la­tente de protesta y malestar. La resistencia se mantiene pero sin intensificarse y las organizaciones nuestras progresan lentamente, obstaculizadas por la acción de la dictadura y los políticos que tra­bajan a la masa con fines electorales.
He recibido la siguiente información, proveniente de un médico de Magdalena: "En el mes de junio estallará un movimiento revo­lucionario para derrocar al Gobierno de Aramburu. El Comando esta­ría formado por Rial, Krausse y Bengoa. Los militares bengoístas llegaron a un entendimiento con los que están presos en Magdalena. Los bengoístas aceptaron la reivindicación del Partido Peronista, li­bertad de todos los presos, amplia amnistía, etc. Sólo pidieron y fue aceptado por los presos de Magdalena, que no volvieran más al país los principales dirigentes del Peronismo. Las elecciones se realizarían a los 90 días. El apoyo civil lo daría el grupo Frondizi que está dando mucho dinero a las familias de militares de dentro y fuera del país". Hasta aquí la información. Puede ser un rumor más pero, dentro de la situación actual no es descabellado pensar que pueda haber algo a este respecto. Es indudable que, si fuera cierto, éstos están especu­lando con la difícil situación actual y tratan de asegurar la elección de Frondizi, como una manera de cubrir sus espaldas sin recurrir a las violencias que intenta Aramburu o a un fraude descarado.
Quien sabe si ésta no es una oportunidad para nosotros. De pro­ducirse se presentaría un momento de caos absoluto en todo el país y tal vez hubiera lucha en algunas partes, en cuyo caso nuestra gente podría intentar la paralización total y tratar de copar la situa­ción con todo lo organizado. Si ello no fuera posible, esta sería una etapa más de la descomposición dictatorial, a condición que nuestras organizaciones se mantuvieran firmes y adelantaran su preparación en todas partes. Yo no tengo la menor duda que, dada la situación presente, si fuera posible dar la orden a todos, se podría hacer cual­quier cosa. Pero, desgraciadamente, no estamos preparados, ni en condiciones de utilizar enlaces y comunicaciones seguras, fehacientes y rápidas. Por eso, creo que hay que tratar por todos los medios de resolver este problema, cosa que yo no puedo hacer solo desde aquí.
En estos últimos tiempos, la dictadura ha intensificado la pre­sión sobre los países limítrofes, a fin de perseguir a los exilados. El caso de Bolivia se ve afirmado con lo que está ocurriendo en Brasil donde también parece que 3e comienzan a tomar algunas medidas tendientes a cortar la libertad de los asilados. No tengo la menor duda que todo esto será, ineficaz, si los muchachos siguen adelante pesar de las medidas y que dentro de poco tiempo todo este malestar habrá caído en el olvido, pero hay que pensar que es necesario estar vigilante y listo para actuar porque parece que los acontecimientos puede precipitarse en este mes de junio o en julio.
Yo soy demasiado observado, visible y cualquier desplazamiento mío, mete gran revuelo y mueve muchas acciones. Por eso mi des­plazamiento no puede ser solución. En cambio, ustedes serían de ex­traordinario valor, porque nuestra gente sabe que están conmigo y que tienen una misión, especialmente usted que nadie duda que está autorizado por mí para actuar. El inconveniente está precisamente en que la gente no quiere aceptar las disposiciones si no son mías y des­confían de todo, aun de lo escrito, que puede ser falsificado.
Yo he ideado una credencial, que le mostrará González Torrado, que podría extenderse a todos los dirigentes autorizados y que pu­diera servir a los fines indicados y reproducirse en forma conve­niente. Por eso creo que la reunión nuestra debe hacerse cuanto antes. En esa reunión me gustaría que estuviese usted pero, no sé aún cuánto tardará la dilucidación del asunto extradición. Creo que tenemos tiempo pero, me temo que éste pase y la situación pueda precipitarse imprevistamente y las soluciones queden sueltas en caso fortuito que también puede presentarse.
Frente a todas estas posibilidades creo que sería indispensable hacer llegar a nuestra gente instrucciones al respecto, lo que se podría hacer desde allí por la premura del tiempo, lo mismo que desde el Brasil donde el Dr. Méndez San Martín y Spachessi están en con­diciones de hacerlo. A ellos les he adelantado la orden de hacerlo pues la noticia que le transmito sobre lo de junio, es de esa proveniencia. Si nuestra gente está informada y aconsejada, no tendrá motivo de equivocación posible.
Todo lo anterior se ha de complementar con las publicaciones peronistas que comienzan a aparecer como hongos en todas partes. Si, como se anuncia, se levanta el Estado de Sitio, habrá llegado la oportunidad de accionar más libremente y también para esto es nece­sario coordinar lo necesario. De las numerosas publicaciones que me llegan (periódicos y revistas) saco en conclusión que la gente está bien en la onda en muchos casos, si bien se encuentran un poco mez­cladas las cosas. Sucede como en el caso del cuento del torero que "las opiniones estaban divididas", unos "se cagaban en su madre y otros en su padre". A la dictadura le pasa lo mismo, las opiniones del país están divididas también pero, todos están en su contra. El peligro es que también se termine por olvidar que tan gorilas o más son Rial, Krausse y Bengoa, que los actuales.
El odio a la actual dictadura se ve aumentado por las conse­cuencias que sus despropósitos gubernativos y las consecuencias en lo económico, ya que mucha gente siente y piensa con el bolsillo o el estómago. Hace pocos días llegó hasta Caracas un gran financista que regresaba de Buenos Aires a los Estados Unidos y me hizo llegar su deseo de hablar conmigo. Lo recibí y me dijo que la situación en la Argentina era hasta tal punto caótica, que regresaba, después de hablar con Aramburu, con el propósito de no invertir, por ahora, un solo centavo allí. Que en una conversación que Aramburu sostuvo con un grupo petrolero y de financistas, les había dicho: "de los peronistas no se preocupen' porque los vamos a matar a todos a tiros''. Estos hombres, que habían recibido en la calle la sensación unánime de un peronismo extraordinario, terminaron por coincidir en que este Aramburu era un loco.
Este mismo señor me dijo que esperaba que pronto regresara yo al país y que entonces quería viajar nuevamente a la Argentina para estudiar seriamente fuertes inversiones. No me interesan las inver­siones pero sí el juicio de esta gente que ve imparcialmente las cosas. Estamos también trabajando fuerte todo lo que se refiere a los Es­tados Unidos porque, ni hay que negar, ni hay que afirmar pero, es innegable que la influencia de éstos es decisiva en el Continente, ya que todos no tragan a los "buenos vecinos" pero todos los mastican, pol­lo menos. Creo que si no conseguimos su apoyo, por lo menos conse­guiremos que no apoyen a la dictadura. Hace pocos días el doctor Paz me visitó y en coordinación con otras personas importantes, está trabajando activamente en esto.
La acción de la dictadura se desvanece en todas partes al apa­recer la verdad de las cosas porque, si bien hay gente que tiene partido tomado y no se influencia por la verdad, hay muchos otros que se deciden por esa verdad. Hace pocos días, el 25 de mayo, gente de la Embajada Argentina en Caracas, colocaron una bomba de tiempo en mi automóvil y me lo destruyeron completamente. Mi chofer Gilaberte se salvó milagrosamente. El Embajador se apuró a decir que me la había colocado yo mismo, lo que cayó aquí muy mal y le restó el poco respeto que, de su menguado prestigio, podía quedarle. Yo, naturalmente, aproveché la ocasión y pedí autorización al Gobierno para contestarle, lo que se me acordó con placer porque aquí nadie lo quiere y menos aún a la dictadura argentina. Ese permiso lo pedí porque, aunque no lo necesitaba, quería tener el "OKEY" del Gobierno, que prácticamente me asociaba. Mi comunicado fue leído y apro­bado con anticipación, lo que me colocó en situación de preeminencia y franca ventaja para el caso que el Embajador contestara nuevamente pero, su situación era tan precaria que optó por meter violín en bolsa. Usted verá por la que le adjunto, que mi contestación era bastante fuerte, come para que me contestara, que ora lo que yo quería, porque todos los diarios habían dado gran publicidad a lo anterior. Me quedé con las ganas, aunque el primer partido fue todo un robo.
Hemos comprobado la existencia de gran número de gorilas y en la Embajada se ha formado una verdadera cueva de pistoleros, capitaneados por un capitán Giménez, que fue el torturador máximo de Córdoba, conocido con el alias de "Cantinflas" porque se parece al célebre cómico mejicano. Este individuo parece que ha venido con la orden de atentar contra mí, para lo cual se lo habría nombrado auxiliar del Agregado Militar a la Embajada. Con motivo del atentado, Seguridad Nacional ha hecho pasar por allí a todos los sospechosos argentinos que se encuentran en Caracas y la cosa se les ha puesto fea. Todos, incluso Giménez, están con vigilancia, lo que quiere decir "en capilla" y según me han dicho, el Gobierno le ha hecho saber al Embajador que él es responsable de la vida del General Perón. Sin embargo, yo me cuido bien. Desde el atentado han desaparecido los que merodeaban cerca de casa, lo que es una lástima porque está­bamos esperando para detenerlos oportunamente. El Jefe de Segu­ridad, don Pedro Estrada, un excelente amigo, nos ha dado una credencial de la Repartición por la cual podemos detener a cualquiera y en ella se recomienda a todas las autoridades que nos presten la cooperación que requiramos. Usted ve que hemos salido ganando.
Con estos hechos ya le "hemos puesto una buena tapa" a estos imbéciles que pretendieron trabajar aquí de vivos, veremos en el fu­turo de evitar su peligrosidad, anularlos y destruirlos totalmente. Recién ahora tengo la sensación de que tratan de eliminarme de cual­quier manera, por lo que veo aquí. No creo que lo logren porque noso­tros tampoco somos mancos. Sólo un fanático que se la quiera jugar puede hacerlo y no creo que ellos tengan más que hombres pagos para realizar la causa. Con hombres pagos no irán lejos. Sin embargo nos cuidaremos de todo, pero sin extremar las cosas innecesariamen­te. Por lo pronto hay suficientes antecedentes en la policía de aquí, como para que las cosas se sepan a tiempo y, si ésta no descuida la vigilancia, poco pueden hacer sin que lo sepamos a tiempo, que es lo principal.
Le he escrito una carta a Jorge Antonio en la que le aconsejo varias cosas. Entre ellas que debe decidirse a actuar de frente y jugar la partida con nosotros. No le diga usted nada, que yo le he hecho referencia, porque se trata de una cuestión absolutamente personal pero, deseo que usted sepa que lo he hecho. Jorge Antonio está en una situación un poco indecisa, como es lógico para él, después de todo lo ocurrido y es necesario un poco de estímulo para hacerlo reac­cionar como corresponde. El no sabe mucho de política, aunque apa­rentemente quiera demostrar lo contrario, sabe que en este momento sus empresas y sus negocios cuentan poco frente a la situación crea­da en la Argentina. El tiene sólo una carta que jugar: la nuestra. Si se equivoca o no se decide a tiempo puede serle muy perjudicial Nosotros debemos ayudarlo y decidirlo, es lo que me parece a mi.
No sé cómo son sus relaciones con él pero, creo que conviene que trate por todos los medios de evitar rozamientos y diferencias. Es un hombre bueno, aunque naturalmente está lleno de prejuicios, después de lo que le ha pasado. Sé que en su espíritu hay un sinnú­mero de tribulaciones naturales en su caso, cuando observa que ha sido traicionado por su propia gente en algunos casos y, en otros, no le han informado bien, haciéndolo aparecer mal ante los únicos que pueden tener intereses e ideales comunes con él. Es un hombre leal y, en consecuencia, no puede aceptar una situaci6ón semejante. Metido dentro del maremágnum de cosas no debe ver muy claro el panorama o, por lo menos, no lo puede ver tan claro como lo " vemos nosotros que sólo tenemos el pensamiento en la solución de un solo problema: el político.
Todo ello es humano y usted puede comprender tan bien como yo. que se trata de utilizar un hombre bueno y que para ello debemos proceder con grandeza en todo lo que sea solidaridad peronista. Yo sé que los hombres son difíciles pero, si nos atenemos a pequeñas cosas, se vuelve todo difícil en la acción. Cada uno de nosotros tene­mos nuestros defectos, tolerarles a los demás es hacer propicio a que nos toleren los nuestros. En este sentido yo puedo aconsejar, porque he vivido tolerando. A los sesenta y pico, es más fácil hacerlo que a los 35 o 40, pero ello forma parte de la experiencia, que es un sec­tor de la sabiduría, quizá el más importante, porque cuesta cara y llega tarde.
Yo sé de su ponderación y tolerancia y por eso me atrevo a de­cirle cuanto antecede. Sólo deseo que le sea posible hacerlo.
Allí está también Espejo y Gomiz que, con otros muchachos quieren trabajar - en la parte gremial: "hay que darles vapor" porque todo es necesario en los días que vivimos y ellos son muchachos metedores que, cargados con una fuerte dosis de odio, producto de su sufrimien­to, puede ser de una utilidad inapreciable en los momentos actuales, Por otra parte, nadie puede objetarles que no se hayan portado bien en la emergencia. Por eso creo que hay que impulsarlos al máximo. Espero que se haya constituido y arreglado el Comando de Exilados de Chile y que todo se pueda ir llevando adelante con mayor impulso. Si un día ustedes pueden llegarse hasta aquí, tendremos allí algo bien organizado funcionando, lo que facilitará grandemente la conducción general, aunque, como sea el momento presente, pueden fallar otras partes. Me han dicho que Kelly desea ir a la Argentina: creo que es una temeridad porque, si lo agarran, lo matan. En cambio, él desde afuera, puede dirigir a sus muchachos sin peligro y con más eficiencia de conjunto. Los hombres de la Alianza son decididos y valientes, or­ganizados y disciplinados que, con poco pueden ponerse en pié de guerra y ser un elemento valioso en la insurrección. Han sufrido mu­cho, otros han muerto, pero los que quedan tienen tanto odio acumu­lado que, eso transformado en fuerza motriz, puede mover monta­ñas. El debe pensar en todo eso y tratar de buscar la solución que más convenga a nuestros planes de conjunto y no perderse en acciones aisladas o circunstanciales que pueden ser muy valientes pero no siem­pre de amplia utilidad para la decisión general.
Espero que termine pronto la parodia de la Justicia chilena y, terminado el sainete, puedan ustedes trasladarse sin pérdida de tiem­po a este país donde las posibilidades de todo orden son mayores que en cualesquiera de los otros. Aquí podremos, entre todos, organizar mejor de lo que yo no puedo por razones de tiempo y actividad. La ca­nalla dictatorial sabe que, el Gobierno de Venezuela, no le da ni la hora y que toda protesta será desestimada y archivada y, el ambiente, está propicio para que, si la dictadura insiste, la manden aquí al diablo. Este es, en consecuencia, un buen emplazamiento para un Cuartel General que, entre otras ventajas, cuenta con posibilidades de trabajar en otras cosas para hacerse de fondos necesarios para vivir y combatir.
Podríamos también movernos para organizar mejor los Comandos de Exilados, por si la cosa dura más de lo previsto, haciendo así posible una actividad más orgánica que la actual y con mejores co­municaciones y enlaces. Por otra parte, munidos de credenciales insospechables podríamos ir llegando al interior del país con hombres y directivas más precisas y constructivas. Yo solo, realmente, soy impotente para todo eso, porque el trabajo material me abruma y me tapa, no dejándome pensar libremente en lo fundamental, porque debo atender las minucias que los hombres pequeños crean todos los días para desviarnos hacia lo secundario.
Le ruego que converse con González Torrado que es hombre de buenas ideas y me informe bien, por ese conducto, de cómo van las cosas allí en Chile y las posibilidades que ve en el momento actual en la Argentina, como asimismo, como van las cosas de nuestra orga­nización y preparación. Saludos a los muchachos. Un gran abrazo.
Perón

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